Nos hemos preguntado que como es posible que un niño tan pequeño, todavía tan indefenso, sea capaz de rebelarse. Pero es que el niño tiene sus “recursos”: éstos son sus caprichos, sus antojos, y su afán de contradicción.
Aunque parezca increíble, el niño de dos años empieza a luchar para hacer por sí mismo sus cosas sin ayuda ajena. Esto no es anormal, más bien es el primer paso, un temprano inicio, hacia la INDEPENDENCIA propia del adulto. No sé lamente, alégrese de que su hijo no tenga una actitud exageradamente pasiva, conformista y dócil.
Claro, a esta temprana edad, las inconsistencias y las contradicciones son “el pan nuestro de cada día”. Algunas veces el niño no querrá que lo ayuden en nada. Pretenderá alimentarse solo, vestirse solo, etc. En otras ocasiones, reclamará que la mamá se lo haga todo. El paso de un extremo a otro debe considerarse normal. La razón es bien sencilla: las limitaciones que la mamá o papá imponen irritan al niño, pero, al mismo tiempo, se sentiría abandonado y totalmente desvalido si no se las impusieran. El “negativismo” del niño de dos años es la manera más fácil que él tiene para expresar su inconformidad y su naciente independencia. Los padres aunque a veces se desesperen, no deben preocuparse. Todo esto no es más que una primera preparación para un proceso de reafirmación constructiva que se iniciará más adelante.
Muy importante es saber que a esta edad y en cualquier otra, los extremos de excesiva restricción o excesiva tolerancia son igualmente perjudiciales.
Si las restricciones se exageran mucho, el niño se tornará muy tímido o muy rebelde (depende de cuál sea su temperamento innato).
La tolerancia exagerada tiene sus riesgos, ya que el niño podría comenzar a crecer creyendo que todo le está permitido, sin la menor noción de que existen limitaciones inevitables que la vida impone siempre a todo ser humano, cualquiera que sea su edad.