Se activan desarrollando la capacidad de elaborar imágenes mentales o sentimientos.  Por medio de la música, rituales, símbolos y hasta la ropa pueden ser anclajes psicofísicos. El ensayo mental interno, puede referirse a uno mismo, a un modelo, puede ser anterior al suceso, justo en el momento previo, inmediato posterior, o una visualización reconstructiva de la experiencia.

 Para solucionar problemas de distracción, hay que relajarse, controlar las imágenes, convertirlas a tiempo presente y ejecutarlas en tiempo real, teniendo claro cual es el objetivo para que la imagen se le parezca. Hay que sentirla y disfrutarla. Lo verbal ayuda en el proceso mediante frases auto afirmativas fuertes, cómo por ejemplo: “Soy el que seré”.

 Hay factores mentales que rebajan la inteligencia kinéstesica y llevan a la derrota: nerviosismo, bajar el espíritu de lucha, la confianza o la autoestima, fatiga, miedo. La gimnasia mental es visual, hay que imaginar para mejorar. La imaginación es más poderosa que la voluntad. Imagine que cruza una tabla a 500 metros de altura y temerá caer, pero si ve la tabla en el piso el temor cesa. La voluntad añade más angustia a la tensión.

 Mediante el control mental la inteligencia kinéstesica mejora la potencia muscular, el flujo sanguíneo, la temperatura de la piel, las ondas cerebrales, el metabolismo. Se integran los actos para que la mente, y el cuerpo trabajen en equipo, tomando el control y dejando el piloto automático, para que salud no sea no sentirse mal sino sentirse positivamente sano.

 Músculo más cerebro construyen una combinación ganadora en los deportes y en la vida. Hay que borrar miedos, imaginando el desenlace positivo, como si ya se hubiese producido. La inteligencia kinéstesica hace que la ejecución complete la visión y refuerce la memoria.