Se destacan cuando son pequeños porque se muestran muy curiosos y deseosos de aprender. La edad del por qué que aparece cerca de los 3 años y llega a su punto álgido entre los 3 y 4 años, en estos niños suele aparecer mucho antes y parece nunca acabar.
Son niños que no se dan por satisfechos con respuestas sencillas o incompletas, siguen preguntando hasta que tienen las información exacta, lo que puede durar días o semanas.
La naturaleza les ha dotado de grandes dosis de energía, lo que parece que nunca se cansan, y por este motivo tanto padres como docentes pueden entrar en desesperación. También son de poco dormir, ya que no pueden desconectar su actividad intelectual cuando están en cama, aunque hay otros que si pueden dormir bien y es relacionado con el alto consumo energético durante el día.
Son capaces de concentrarse y fijar su atención en una o más tareas en forma simultanéa, ya que reciben y procesan la información con gran eficiencia y normalmente esta disperción de la atención a menudo es calificada por los padres y docentes como superficialidad.
Poseen una excelente memoria y una amplia gama de intereses, y cuentan con un sentido especial del humor. El afán por el perfeccionalismo y la fuerte inclinación a querer hacer algo uno mismo y a su manera lleva a los padres y docentes a desesperarse, querer aclarar algo hasta el más mínimo detalles es del todo normal a los ojos del superdotado. Esta actitud perfeccionista se deba al hecho que estos niños empiezan a hablar más tarde, pero cuando empieza ya construye frases complejas y sin errores con formación del plural y un uso correcto de los verbos, y todo eso a la edad de dos años.
Mañana les expondremos un ejemplo de un niño de dos años.