Debemos de analizar un poco más de cerca la mentira y su origen.  Un niño puede tener diferentes razones para mentir, las cuales pueden ser:

1. El niño suele ser castigado muy a menudo; ha hecho alguna travesura y miente para evitar el castigo; es la MENTIRA DE DEFENSA.

2. El niño  NO tiene aún la edad suficiente para distinguir la realidad de lo  imaginario.  Por ejemplo: desea una muñeca y cuenta a todos que su madre va a comprarle una.  Es la MENTIRA FANTÁSTICA.

3. El deseo de destacerse también puede conducir al niño a mentir.  Por ejemplo, el niño se dá cuenta de que los padres prefieren a su hermanito porque tiene mejores notas o comportamiento.  Puede suceder entonces que llegue a la casa diciendo que es el mejor alumano de su grado.  Es la MENTIRA DE AUTOVALORIZACIÓN.  Es su manera de demostrar que está deseperado.

4. A veces los niños de muy buen humor quieren jugar con los padres e inventan una historia para asustarlos; estamos en presencia de la MENTIRA LÚDICA.

5. Durante el período en el que los niños aprenden a distinguir lo que «es mentira» y lo que «es verdad», los vemos a menudo inventar historias para ver la reacción de los padres y para oírlos decir «eso no es verdad»; podríamos hablar aquí de MENTIRA EJERCICIO.

6. Existe también la mentira anormal o MITOMANÍA que se encuentra en los niños y también en los adultos que tienen costumbre de mentir sin ninguna razón aparente y de manera frecuente.  La mitomanía debe ser considerada una enfermedad y tratada por un especialista.

     La mentira es frecuente en el niño porque le resulta difícil la distinción entre realidad e imaginación, principalmente entre los 4 y 6 años.

     Desde los 6 a los 9 años las mentiras son más frecuentes en los niños cuyos padres son severos, pues ellas constituyen una defensa contra el castigo (entiendase castigo como llamadas de atención, eliminación de privilegios).  Conviene observar que durante este período los niños ejercitan su sentido de la verdad, se precian entre ellos de ser honestos y «experimentan» el efecto de las mentirillas sobre los adultos.  Los niños vanidosos, víctimas de un complejo de inferioridad, mienten para destacarse.  Los celos y el odio pueden provocar mentiras de venganza, que son las llamadas calumnias.

     Si la mentira subsiste más allá de las edades que hemos hablado o si su frecuencia sobrepasa los límites de la normalidad, conviertiéndose así en «mitomanía» (el niño miente sin tener conciencia de ello), se debe entonces recurrir a un examen psicológico.

     Las malas lecturas, juegos electrónicos agresivos, películas peligrosas deben ser prohibidas a los niños mitómanos.

     Conviene ser indulgentes con las mentirillas de la infancia, recordando que los adultos mienten casi tan frecuentemente como los niños, bajo la forma de lo que ellos llaman «la diplomacia».

Mañana explicaremos: ¿Qué hacer en el caso de….?

Tomado del Libro: Relaciones Humanas entre los niños, sus padres y sus maestros.