Importante elemento de la TERNURA es NEGOCIAR, aunque no debe de ser utilizada con mucha frecuencia.

La NEGOCIACIÓN inicia cuando los niños empiezan a exigir más libertades (elegir su ropa, quedarse despierto hasta tarde), donde podemos analizar con ellos las responsabilidades que acompañan estas libertades.  Los niños no tienen el derecho de romper las negociaciones (como lo haría un adulto); los padres tienen la última palabra,, sin embargo los niños se benefician cuando lo escucha, entiende sus razones para querer algo y algunas veces, negocia un acuerdo con ellas.

Nunca negociemos con base en la desesperación (esto es un soborno).  Cuantas veces nos preocupamos que nuestros niños hagan un papelon en un lugar público, una fiesta, una reunión familiar, siendo aqui donde podemos entrar en desesperación y les ofrecemos todo lo que quieran, un ejemplo de esto es: “Esta bien, podrán comprar un juego, pero dejen de gritar”.  Otra situación es cuando no desean hacer alguna actividad con los padres, como ir de compras al supermercado.  Establezcamos EMPATÍA con ellos, tratando de negociar y premiar un buen comportamiento si la acompañan, y luego comeremos pizza.

Los padres y docentes que negocian de la mejor manera son unos dictadores benévolos.  Está dispuesto a llegar a algunos acuerdos con los deseos de sus hijo porque cree que los merece o que es por su bien.  Los dictadores benévolos nunca pierden de vista quién tiene el control.

¿Cómo  decirlo?

¿Como no decirlo?

Recordemos cuales son los mejores momentos para negociar para usted:

  1. Cuando no este desesperado.
  2. Cuando quiere que su hijo asuma más responsabilidades.
  3. Cuando quiere enseñar a su hijo el arte de la negociación y el compromiso, así como las consecuencias de cumplir o violar los acuerdos.