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El desarrollo cognitivo durante la etapa escolar tiene una extraordinario crecimiento cuantitativo y cualitativo del cerebro, especialmente en los primeros años de vida. La evolución del peso del cerebro es un buen ejemplo del crecimiento. El peso medio del cerebro de un niño al nacer es de 350 gramos, pero al final del primer año esta cifra se triplica situándose en torno a los 1000 gramos. En este proceso de crecimiento cobra especial importancia el intenso desarrollo de la corteza cerebral asociativa. Este tipo de corteza supone el 80% de la superficie externa del cerebro humano y en nuestro auténtico «cerebro pensante», ya que en ella tiene lugar los procesos más complejos del pensamiento.

El modelamiento del cerebro no es un proceso cerrado desde el nacimiento, al contrario es a partir de este momento, y gracias al crecimiento cuantitativo y cualitativo del encéfalo, cuando se activa más intensamente el desarrollo del los procesos de pensamiento, es decir el avance de las funciones cognitivas se produce gracias al creciente proceso de neurogénesis cerebral durante el periodo infantil, marcado por el incremento de las conexiones nerviosas, el aumento de la mielinización y la actividad cada vez más fluida y eficaz de la neurotransmisión cerebral.funciones-ejecutivas-neurociencia-5-638

Por estas razones, la estimulación y adquisición de nuevas experiencias a tempranas edades, hace que los niños puedan tener mayor capacidad pensante a futuro, donde se desarrollan activamente circuitos neuroquímicos que permiten el modelamiento y ensamblado definitivo de la corteza cerebral, y más concretamente del lóbulo frontal y las funciones ejecutivas.  Las funciones ejecutivas son actividades que se desarrollan en el área prefrontal, la conducta humana viene regulada desde esta área que actúa como un disco duro de nuestra computadora cerebral.  La madurez neuropsicológica del cualquier niño depende en última instancia del grado de consolidación que haya adquirido la corteza asociativa y, de un modo más específico, del nivel de desarrollo adquirido en su área prefrontal.

Una lesión en el área prefrontal puede afectar de un modo sutil o dramático a nuestra capacidad para programar el comportamiento, especialmente en sus niveles más complejos, simbólicos y abstractos, provocando el denominado Síndrome disejecutivo.

Las funciones ejecutivas incluye distintas subfunciones como: la atención sostenida, la flexibilidad mental, la resistencia a la interferencia, la organización de pensamiento y la memoria operativa.

El éxito o el fracaso escolar en la infancia vienen dados, en buena medida, por le grado de madurez alcanzado en el desarrollo de las funciones ejecutivas, puesto que desde esta área prefrontal se dirigen los procesos congestivos como el razonamiento, el lenguaje, la memoria, la visopercepción, la lectura, el cálculo o la escritura.

Portellano, 2007 nos habla de que el periodo prenatal, perinatal o durante los primeros años de vida se pueden producir lesiones cerebrales como consecuencia de accidente traumáticos, metabólicos, infecciosos o de otra índole.  Muchas veces las lesiones cerebrales son sutiles y no pueden ser diagnosticadas mediante pruebas médicas convencionales, ya que ofrecen falsos negativos.  Sin embargo, los profesionales implicados en la educación infantil son conscientes de que existe un determinado porcentaje de niños cuyos problemas de aprendizaje y conducta no dependen de factores externos, sino que son imputables a la falta de madurez cerebral o la existencia de alteraciones neuropsicológicas de gravedad variable que habitualmente se engloban bajo la denominación «Disfunción cerebral mínima infantil».

La terminar la gran importancia que tienen las funciones ejecutivas es que son responsables de activar y supervisar el desarrollo mauritano del cerebro humano, así como los procesos congestivos más importantes, siendo el termómetro más sensible del grado de madurez o de disfunción de nuestra actividad superior mental.

Fuente:  Evaluación Neuropsicológica de las Funciones Ejecutivas en Niños.